El perro y el profesor de Shibuya. (Japón, 8 agosto 2008)

Decidimos acercanos al cruce de peatones más transitado del mundo: más de un millón de personas pisan sus rayas blancas y negras diariamente. Tokyo alberga 55 millones de ciudadanos (áreas perifericas incluidas), así­ que no es de extrañar que posea un punto así­.

Pero el primer dí­a que traspasamos su boca de metro y salimos a su cruce, lo que más nos sorprendió no fue el bullicio, ni las pantallas gigantes de televisión, ni el caos organizado. Lo que más nos sorprendió fue la estatua de un perro, a cuyo alrededor acostumbran a quedar y reunirse los jóvenes tokyotas.

La historia cuenta que tiempo atrás existió un profesor de universidad, al cual su fiel perro acompañaba todos los dí­as hasta Shibuya, donde el profesor cogí­a el metro para ir a trabajar. El profesor envejeció y murió, tal como rige el orden natural de la vida. Tras su muerte, su fiel mascota siguió acudiendo a Shibuya todos los dí­as hasta que también murió. El orden natural de la vida…

En memoria de la fidelidad del can, y en recuerdo de un profesor que dedicó toda su vida a enseñar, el pueblo tokyota les hizo ese monumento, en el punto de la ciudad más transitado, y los jóvenes se han apropiado sabiamente del lugar.

Para reafirmar aíºn más la filosofí­a y el respeto hacia el otro de esta cultura que no deja de fascinarme, al lado de la estatua del perro te encuentras con esto:

¿Increí­ble, no? En Japón esta prohí­bido fumar en casi cualquier sitio, incluso en la calle sólo puedes hacerlo en zonas habilitadas para ello.

Japón. 7 agosto 2008

Nos dirigimos a comer al distrito de Ueno. Un gran parque repleto de museos, templos, y hasta un zoo. En sus alrededores, callejuelas llenas de comercios variopintos: pescaderí­as, fruterí­as, zapaterí­as, ropa de marca, ropa del montón, hasta tiendas de golf…

De los museos poco puedo contar, optamos por no entrar a ninguno tras leer en Kirai que uno de los mejores museos de Tokio, si lo que uno quiere es conocer la historia de esta ciudad, es el Museo Edo.


Ueno from Ramses on Vimeo.

Decidimos finalizar el dí­a en las alturas, en el cosmopolita barrio de Shinjuku. Llegamos demasiado tarde para subir al Gobierno de Tokyo, y en otros rascacielos te cobran unos 8 euros por acceder a ellos, por lo que nos dedicamos a buscar por todo el barrio el Edificio Sumitomo, un impresionante rascacielos de 52 plantas, cuya íºltima (¿o era peníºltima?) planta alberga varios restaurantes, por lo que el acceso es libre. Dar con él es un tanto dificil, porque aunque los rascacielos son eeeeenormes, tienen el nombre en un cartelito en la entrada bien peeeeeequeñito.
Pero lo encontramos, y allí­ estabamos nosotros, tomando un té en la planta 52 contemplando como Tokyo anochecí­a sobre nuestros pies…


Carreteras en el cielo


Rascacielos en Tokyo


Desde la planta 52 del Sumitomo

PD: La míºsica del ví­deo la ha puesto Ram, diciéndome que comienza una nueva sección: “¿qué es lo que suena?” en plan “adivina, adivinanza, ¿qué es lo que tiene el gato en la panza?” Humm…Estoy teniendo un Deja víº rollo Barrio Sésamo

Candy Clash

Hace unas semanas grabé una sesión que comenzaba con un auténtico temazo, perfecto para empezar: un remix grabado por The Shoes para un tema de Candy Clash. A petición de varios de vosotros que no la conocí­ais, y de una amiga que no para de decirme que la postee entera, aquí­ la tenéis.

Candy Clash – “Just Kiss Her” (The Shoes Remix)


Miyajima from Ramses on Vimeo.

PD: Las imágenes, en este caso, son de Miyajima, una isla muy pequeñita, frente a Hiroshima, sagrada para los japoneses y realmente preciosa. Si vais por allí­, y podéis pasar al menos una noche en algíºn ryokan, es un sitio realmente mágico. Ya os contará más nereida sobre ella ;)

Japón. Jueves, 7 agosto 2008

El jet lag es alucinantemente odioso. Somos incapaces de poner un pie en el suelo a las 7 a.m., y, sin embargo, a las 2 de la madrugada estamos de vigilia…Huuum…¿Habrá serenos en Japón?

Templo Senso-ji. Barrio de Asakusa.

Tras un laberinto de calles comerciales donde intentan venderte objetos de todo tipo: palillos, gorras, kimonos, muñequitas japonesas, gatos de la suerte (eh! ¿no eran chinos estos gatos?), llegamos al primer Templo Japonés que ven nuestros ojos, el más importante de Tokyo: Senso-ji Temple.

La religión mayoritaria en Japón es el Sintoí­smo, y no el Budismo como solemos pensar la mayorí­a de occidentales (aunque hemos visto bastantes templos dedicados a Buda). Un japonés a lo largo de su vida puede acabar mezclando rituales, dioses y costumbres de varios credos, todos guardan en la historia (en mi opinión) un eje comíºn: la consecución de un crecimiento interior que en las religiones occidentales resulta dí­ficil encontrar.

Me gusta esa posibilidad, ir cogiendo de cada religión aquello en lo que creo, y descartar lo que no me hace bien, lo que me coarta, hasta formar mi propia religión, la que mi cuerpo y mente necesitan para crecer y alcanzar la felicidad, el nirvana, o el quinto elemento si es lo que uno desea.

Antes de entrar, conocemos varios rituales, más fijándonos en la gente que leyendo vanales guí­as. En casi todos los templos japoneses existen dos rituales fundamentales antes de entrar.

A la entrada del templo hay una gran vasija, que me recordaba a la marmita de Obelix, en la cual hay cientos de barras de incienso encendidas. El ritual manda que debes dejar que su humo te envuelva la cara. ¿Para qué? No lo sabemos exactamente, buscando por la red he llegado a leer varios motivos, generalmente asociados a la buena suerte, ¡hasta he leí­do que debes dejar que el humo te de en la cara para ser más guapo.! Investigando, resulta que existe una ceremonia del incienso, menos conocida que la famosa ceremonia del té.

También en todos los templos, existe una fuente de la que brotan generalmente varios chorros de agua, con cazos para un ritual encantador. Su costumbre manda que antes de entrar a orar, debes purificar tanto tu cuerpo como tu alma. Para ello, cogen agua en el cazo con la mano derecha y lavan su mano izquierda, cambian el cazo de mano y lavan su mano derecha. Vuelven a cambiar el cazo de mano, vierten un poco de agua en su mano izquierda y se enguajan los dientes (sin llegar a beber), y nuevamente lavan su mano izquierda (con la que han bebido). Ahora ya están listos para saludar a los dioses.

A nosotros nos resultaba un ritual de lo más refrescante, ya que estabamos a 31 grados con un 90% de humedad. Se convirtió en nuestro ritual favorito, y conforme iban pasando los dí­as, empecé a encontrarle el significado que estas gentes le dan. Entonces comencé a hacerlo sin bromas y sin preguntar el por qué. Sencillamente. En una sociedad global en la que dudo mucho que podamos ya purificarnos lo más mí­nimo, un breve gesto como este supone, a la vez, una señal de respeto, y un intento desesperado por aparecer ante los dioses lo más limpio posible.

Si una es capaz de tirarse una hora en el baño acicalándose para una cita, ¿cómo no vas a hacerlo para un Dios? Los japoneses intentan conseguir la pureza de cuerpo y alma en 10 segundos mediante el elemento más puro que conoce el hombre: el agua. Ignoro de que perí­odo data este ritual.

También probamos fortuna al módico precio de 100 yenes. A ver, hay un montón de cajoncitos numerados en carácteres japoneses, y un bote del que tíº sacas uno de esos numeritos, como en la tómbola. Buscas tu cajoncito, lo abres, y…¡tatatachán! “La respuesta a tu futuro en él encontrarás”, como dirí­a el sabio Yoda. ¿qué me tocó? “Regular Fortune”…(podí­a haber sido peor).

Anoraak

Atención a estos franceses, que debutan este mes con un mini-álbum titulado como la canción que os presento, y que me ha dejado totalmente fascinado. El tema original es más lentillo, hay otro remix, de Grum, también muy bueno (muy 80s)… pero el que me ha encantado es el de Fear of Tigers: ¡Temazo!

PD: Como no estaba en youtube, lo he subido con más imágenes de Tokyo, para variar (¿mejor que verme moviendo la cintura, no? :D)

Anoraak – “Nightdrive with you (Fears of Tigers Remix)”


Tokyo from Ramses on Vimeo.

De paso, ya que sí­ está en youtube, también el remix de Grum, para que comparéis y elijáis.

Japón y “Such great heights”

Hace unos meses, raíºl mostraba un “vs” entre la versión original de “Such Great Heights” de The Postal Service y la versión de Ben Folds. Aunque hay varias adaptaciones más, la íºltima que he encontrado, hace unos dí­as, me ha venido estupendamente para acompañar un ví­deo con algunas imágenes de Tokyo (y alguna de Kyoto creo que también se ha colado…).

Tokyo no es una ciudad con grandes alturas, al contrario de lo que muchas veces pensamos. Sólo alguna zona tiene rascacielos (entendiendo que “zona” en Tokyo no es como un barrio de Alicante, sino más bien como Alicante entero). El resto, la mayorí­a, son casas-edificios bajitos, de 2-3 plantas.

A ver qué os parece esta versión, especialmente para estas imágenes. Ah, y aunque lo parezca, el grupo no es japo ;)

Firebrand Boy – “Such Great Heights” (ví­deo casero japonés de nuestro viaje)

Álbum de fotos de Japón

Acompañando al diario de viaje de Nereida, he subido a Picasa algunas de las fotos que hicimos por Japón (¡con mi nueva cámara, sí­!). Podéis ver el álbum en modo de galerí­a o en modo presentación.

Ahora me falta practicar un poco más con la cámara para mejorar la calidad, después de bajarme el manual en castellano o en inglés, porque con el japonés con el que vení­a no me he aclarado mucho :D

Japón. La llegada. 6 de Agosto de 2008.

Lunes, 4 agosto 2008. 10,15 a.m.

Estoy sola en un bar del aeropuerto (Ram ha ido a por unas revistas para el vuelo). Esperando el embarque, que por el momento no parece sufrir retrasos.

Sola, acabo de tomar conciencia de que en poco tiempo estaré pisando suelo japonés. Hasta la fecha, tanto preparativo, nervios, compras, bíºsquedas por internet… no me habí­an dejado pararme y ver la realidad: ¡Nos vamos al Paí­s del Sol Naciente! La que, sin duda, ocurra lo que ocurra, será una gran aventura.

¡Uff! Mariposas en el estómago….¡Allá vamos!

Miércoles, 6 de agosto. 9,30 a.m.

Una larga escala en Milano, 11 horas de vuelo en total, pero ya estamos aquí­. El vuelo con Alitalia ha sido muy bueno. No tenemos imágenes porque justo al de delante nuestra le reprendieron por sacar su cámara (¡¿?!). Hemos viajado en un Boeing 737 (creo) con asientos amplios, almohadas, mantas, comida a lo largo del vuelo, y bebida cada vez que querí­as. Cada butaca contaba con una consola (antigua, pero serví­a para entretener), con videojuegos clásicos, pelí­culas en varios idiomas, míºsica…

Recogemos nuestra maleta, y emprendemos en el “Limousine Bus” (servicio express de autobuses Narita Airport – Tokyo, unos 55 minutos hasta Tokyo Station) el camino a la gran metrópoli. Con un sueño horrible, nuestros ojos son incapaces de cerrarse. Grandioso, futurista, colosal, Blade Ranner, pequeños, que pequeños somos…nuestras primeras impresiones…

Dejamos maletas en el Hotel Kitcho (en el tranquilo barrio de Nihonbasi), y directos a Akihabara (el barrio de la electrónica). Nuestra segunda impresión: ¡Tokyo está loco!

[youtube W2zUMbDJTgI]

Chicas vestidas de muñecas mangas, 100 anuncios publicitarios en menos de 2 metros cuadrados, hombres anuncio al lado con megáfonos chillando, máquinas UFO con cómida y helados Hagen Daz (las de pinzas, que por 200 yenes puedes “atrapar” un premio), 1000 luminosos que hacen que te olvides en qué porción del dí­a estas, si de noche, de dí­a…

Iniciamos nuestra bíºsqueda de una ganga fotográfica, pero regresamos sin éxito, en parte creo debido al flipe que llevamos y a que la tienda que Ram tení­a controlada por internet no tení­a existencias de la cámara que querí­a.

[youtube vqdSUSCD7kM]

Y…¡Oh! Primera sorpresa: aquí­ casi nadie habla inglés. Así­ que nos disponemos con buen humor a hacer uso de nuestros brazos y manos, y esgrimir nuestras mejores artes gesticulatorias durante los próximos 16 dí­as.

20,30 p.m. Estamos agotados…En 20 horas hemos dormido un total de 60 minutos. Regresamos al hotel.

Japón. Regreso del país del Sol Naciente

Ya hemos regresado de nuestra épica epopeya, en la que hemos andado 16 dí­as con los ojos como platos, y la boca abierta en un permanente “¡Ooh…!”. Japón sorprende a cada paso que das, te hipnotiza y te envuelve, tanto en el caos de Tokyo como en la relajación de las colinas de Nara…

Primero, pedir disculpas por un par de motivos principales:

1º. Por no haber escrito nada durante el viaje. Las conexiones al final han estado más difí­ciles de lo que esta neófita en la red creí­a. Además, el iphone será maravilloso, el mejor invento del mundo, y todo lo que vosotros queráis, pero a la hora de escribir, o tienes el lapicito ese, o tus dedazos frustrantemente acaban siempre marcando la letra que no es…

2º. Por no haber escrito nada durante el viaje. Porque cuando pillábamos un mí­nimo de conexión, ¿a qué no adivinais quién no la soltaba ni aíºn prometiéndole la luna…? ;) Y en los ryokanes con acceso libre casi siempre estaba pillado.

Pero no importa, he tomado notas de todo a la antigua usanza: en mi cuaderno de viaje. Os iré dejando fotos, anécdotas, sensaciones, ví­deos…a modo de diario con retardo. Y por ir con retraso precisamente, empezaré por el final de mi diario:

“Me llevo muchas imágenes impresas en la memoria, y muchas sensaciones en la piel y en el gusto.

Hemos visto mil templos, subido montañas, montado en bicicleta, en barco, en tren y hasta en funicular. He bañado mis pies en el Pací­fico, nos hemos emocionado en el Teatro de Kabuki-za, aíºn sin entender una palabra. Hemos llorado de profunda tristeza en Hiroshima y de alegrí­a en Hakone.

Hemos saboreado mil platos, muchos de ellos aíºn sin identificar. Hemos comprado cientos de cosas, y hemos perdido otras para de golpe ganar una experiencia increí­ble (la cual ya relataré en su momento).

Nos hemos encontrado con el bullicio de Tokio, que llega a agobiarte, a hacer que te sientas solo y libre al mismo tiempo; y nos hemos topado con la paz de las calles de una nocturna Miyajima.

De los japoneses me quedo con la amabilidad de sus mayores, y con la sensación de libertad de sus jóvenes.

Me sorprende cómo duermen en cualquier parte, y me pregunto si su nivel de vida estresante no estará relacionado, ya que en otras ciudades “más tranquilas” no hemos visto este fenómeno tanto.

Me quedo también con la imagen de ancianos leyendo manga en el metro. Con la de las “lolitas” enseñando su piernas, pero nunca su escote. Me quedo con los íºltimos dí­as en Nara y Tokio, donde pudimos saborear despacio su mundo.

Descarto los vicios y errores de esta cultura, porque, como todas, es imperfecta, y no hemos venido a eso.

Nos llevamos la mente y el corazón un poquito más abiertos. Y dejamos el alma pendiente deseando volver.”

Tokyo desde el piso 52 de el Edificio Sumitomo