Tsukiji. El mercado de pescado. (Japón, 9 agosto 2008)

5,30 a.m. Madrugar nos sienta fatal, agrí­a el humor y nubla la mente hasta que le metes algo al estómago. Pero, sin ningíºn atisbo de duda, merece la pena.

El mercado de Tsukiji es un auténtico caos organizado. Teóricamente el acceso esta prohibido, pero allí­ podrí­a pasar un colegio entero de excursión y nadie se inmutarí­a.

Atunes inmensos, repito, iiiiinmeeensooos, hombres cortando pescado con katanas, babosas gigantes, peceras repletas de anguilas, caracolas, algas, las ostras más grandes que he visto jamás…todo ello en puestos repartidos por estrechí­simas callejuelas, por donde circulan vendedores, carromatos de transporte, clientes, turistas…

Si te descuidas, uno de esos carromatos que llevan cajas de pescado de un sitio para otro te arrolla, y aquí­ paz y despíºes gloria, casi estoy segura que la gente seguirí­a vendiendo y comprando como si tal cosa.

Nos dijeron que la tradición mandaba visitar el mercado bien temprano, y luego desayunar sushi o noodles (fideos japoneses) en los puestos que rodean el mercado, pero tras tanta babosa y anguila, no tení­amos el cuerpo para sushi, y optamos por el desayuno continental, tradicional y nada arriesgado “bollo + coffee”.

El perro y el profesor de Shibuya. (Japón, 8 agosto 2008)

Decidimos acercanos al cruce de peatones más transitado del mundo: más de un millón de personas pisan sus rayas blancas y negras diariamente. Tokyo alberga 55 millones de ciudadanos (áreas perifericas incluidas), así­ que no es de extrañar que posea un punto así­.

Pero el primer dí­a que traspasamos su boca de metro y salimos a su cruce, lo que más nos sorprendió no fue el bullicio, ni las pantallas gigantes de televisión, ni el caos organizado. Lo que más nos sorprendió fue la estatua de un perro, a cuyo alrededor acostumbran a quedar y reunirse los jóvenes tokyotas.

La historia cuenta que tiempo atrás existió un profesor de universidad, al cual su fiel perro acompañaba todos los dí­as hasta Shibuya, donde el profesor cogí­a el metro para ir a trabajar. El profesor envejeció y murió, tal como rige el orden natural de la vida. Tras su muerte, su fiel mascota siguió acudiendo a Shibuya todos los dí­as hasta que también murió. El orden natural de la vida…

En memoria de la fidelidad del can, y en recuerdo de un profesor que dedicó toda su vida a enseñar, el pueblo tokyota les hizo ese monumento, en el punto de la ciudad más transitado, y los jóvenes se han apropiado sabiamente del lugar.

Para reafirmar aíºn más la filosofí­a y el respeto hacia el otro de esta cultura que no deja de fascinarme, al lado de la estatua del perro te encuentras con esto:

¿Increí­ble, no? En Japón esta prohí­bido fumar en casi cualquier sitio, incluso en la calle sólo puedes hacerlo en zonas habilitadas para ello.

Japón. 7 agosto 2008

Nos dirigimos a comer al distrito de Ueno. Un gran parque repleto de museos, templos, y hasta un zoo. En sus alrededores, callejuelas llenas de comercios variopintos: pescaderí­as, fruterí­as, zapaterí­as, ropa de marca, ropa del montón, hasta tiendas de golf…

De los museos poco puedo contar, optamos por no entrar a ninguno tras leer en Kirai que uno de los mejores museos de Tokio, si lo que uno quiere es conocer la historia de esta ciudad, es el Museo Edo.


Ueno from Ramses on Vimeo.

Decidimos finalizar el dí­a en las alturas, en el cosmopolita barrio de Shinjuku. Llegamos demasiado tarde para subir al Gobierno de Tokyo, y en otros rascacielos te cobran unos 8 euros por acceder a ellos, por lo que nos dedicamos a buscar por todo el barrio el Edificio Sumitomo, un impresionante rascacielos de 52 plantas, cuya íºltima (¿o era peníºltima?) planta alberga varios restaurantes, por lo que el acceso es libre. Dar con él es un tanto dificil, porque aunque los rascacielos son eeeeenormes, tienen el nombre en un cartelito en la entrada bien peeeeeequeñito.
Pero lo encontramos, y allí­ estabamos nosotros, tomando un té en la planta 52 contemplando como Tokyo anochecí­a sobre nuestros pies…


Carreteras en el cielo


Rascacielos en Tokyo


Desde la planta 52 del Sumitomo

PD: La míºsica del ví­deo la ha puesto Ram, diciéndome que comienza una nueva sección: “¿qué es lo que suena?” en plan “adivina, adivinanza, ¿qué es lo que tiene el gato en la panza?” Humm…Estoy teniendo un Deja víº rollo Barrio Sésamo

Japón. Jueves, 7 agosto 2008

El jet lag es alucinantemente odioso. Somos incapaces de poner un pie en el suelo a las 7 a.m., y, sin embargo, a las 2 de la madrugada estamos de vigilia…Huuum…¿Habrá serenos en Japón?

Templo Senso-ji. Barrio de Asakusa.

Tras un laberinto de calles comerciales donde intentan venderte objetos de todo tipo: palillos, gorras, kimonos, muñequitas japonesas, gatos de la suerte (eh! ¿no eran chinos estos gatos?), llegamos al primer Templo Japonés que ven nuestros ojos, el más importante de Tokyo: Senso-ji Temple.

La religión mayoritaria en Japón es el Sintoí­smo, y no el Budismo como solemos pensar la mayorí­a de occidentales (aunque hemos visto bastantes templos dedicados a Buda). Un japonés a lo largo de su vida puede acabar mezclando rituales, dioses y costumbres de varios credos, todos guardan en la historia (en mi opinión) un eje comíºn: la consecución de un crecimiento interior que en las religiones occidentales resulta dí­ficil encontrar.

Me gusta esa posibilidad, ir cogiendo de cada religión aquello en lo que creo, y descartar lo que no me hace bien, lo que me coarta, hasta formar mi propia religión, la que mi cuerpo y mente necesitan para crecer y alcanzar la felicidad, el nirvana, o el quinto elemento si es lo que uno desea.

Antes de entrar, conocemos varios rituales, más fijándonos en la gente que leyendo vanales guí­as. En casi todos los templos japoneses existen dos rituales fundamentales antes de entrar.

A la entrada del templo hay una gran vasija, que me recordaba a la marmita de Obelix, en la cual hay cientos de barras de incienso encendidas. El ritual manda que debes dejar que su humo te envuelva la cara. ¿Para qué? No lo sabemos exactamente, buscando por la red he llegado a leer varios motivos, generalmente asociados a la buena suerte, ¡hasta he leí­do que debes dejar que el humo te de en la cara para ser más guapo.! Investigando, resulta que existe una ceremonia del incienso, menos conocida que la famosa ceremonia del té.

También en todos los templos, existe una fuente de la que brotan generalmente varios chorros de agua, con cazos para un ritual encantador. Su costumbre manda que antes de entrar a orar, debes purificar tanto tu cuerpo como tu alma. Para ello, cogen agua en el cazo con la mano derecha y lavan su mano izquierda, cambian el cazo de mano y lavan su mano derecha. Vuelven a cambiar el cazo de mano, vierten un poco de agua en su mano izquierda y se enguajan los dientes (sin llegar a beber), y nuevamente lavan su mano izquierda (con la que han bebido). Ahora ya están listos para saludar a los dioses.

A nosotros nos resultaba un ritual de lo más refrescante, ya que estabamos a 31 grados con un 90% de humedad. Se convirtió en nuestro ritual favorito, y conforme iban pasando los dí­as, empecé a encontrarle el significado que estas gentes le dan. Entonces comencé a hacerlo sin bromas y sin preguntar el por qué. Sencillamente. En una sociedad global en la que dudo mucho que podamos ya purificarnos lo más mí­nimo, un breve gesto como este supone, a la vez, una señal de respeto, y un intento desesperado por aparecer ante los dioses lo más limpio posible.

Si una es capaz de tirarse una hora en el baño acicalándose para una cita, ¿cómo no vas a hacerlo para un Dios? Los japoneses intentan conseguir la pureza de cuerpo y alma en 10 segundos mediante el elemento más puro que conoce el hombre: el agua. Ignoro de que perí­odo data este ritual.

También probamos fortuna al módico precio de 100 yenes. A ver, hay un montón de cajoncitos numerados en carácteres japoneses, y un bote del que tíº sacas uno de esos numeritos, como en la tómbola. Buscas tu cajoncito, lo abres, y…¡tatatachán! “La respuesta a tu futuro en él encontrarás”, como dirí­a el sabio Yoda. ¿qué me tocó? “Regular Fortune”…(podí­a haber sido peor).

Japón. La llegada. 6 de Agosto de 2008.

Lunes, 4 agosto 2008. 10,15 a.m.

Estoy sola en un bar del aeropuerto (Ram ha ido a por unas revistas para el vuelo). Esperando el embarque, que por el momento no parece sufrir retrasos.

Sola, acabo de tomar conciencia de que en poco tiempo estaré pisando suelo japonés. Hasta la fecha, tanto preparativo, nervios, compras, bíºsquedas por internet… no me habí­an dejado pararme y ver la realidad: ¡Nos vamos al Paí­s del Sol Naciente! La que, sin duda, ocurra lo que ocurra, será una gran aventura.

¡Uff! Mariposas en el estómago….¡Allá vamos!

Miércoles, 6 de agosto. 9,30 a.m.

Una larga escala en Milano, 11 horas de vuelo en total, pero ya estamos aquí­. El vuelo con Alitalia ha sido muy bueno. No tenemos imágenes porque justo al de delante nuestra le reprendieron por sacar su cámara (¡¿?!). Hemos viajado en un Boeing 737 (creo) con asientos amplios, almohadas, mantas, comida a lo largo del vuelo, y bebida cada vez que querí­as. Cada butaca contaba con una consola (antigua, pero serví­a para entretener), con videojuegos clásicos, pelí­culas en varios idiomas, míºsica…

Recogemos nuestra maleta, y emprendemos en el “Limousine Bus” (servicio express de autobuses Narita Airport – Tokyo, unos 55 minutos hasta Tokyo Station) el camino a la gran metrópoli. Con un sueño horrible, nuestros ojos son incapaces de cerrarse. Grandioso, futurista, colosal, Blade Ranner, pequeños, que pequeños somos…nuestras primeras impresiones…

Dejamos maletas en el Hotel Kitcho (en el tranquilo barrio de Nihonbasi), y directos a Akihabara (el barrio de la electrónica). Nuestra segunda impresión: ¡Tokyo está loco!

[youtube W2zUMbDJTgI]

Chicas vestidas de muñecas mangas, 100 anuncios publicitarios en menos de 2 metros cuadrados, hombres anuncio al lado con megáfonos chillando, máquinas UFO con cómida y helados Hagen Daz (las de pinzas, que por 200 yenes puedes “atrapar” un premio), 1000 luminosos que hacen que te olvides en qué porción del dí­a estas, si de noche, de dí­a…

Iniciamos nuestra bíºsqueda de una ganga fotográfica, pero regresamos sin éxito, en parte creo debido al flipe que llevamos y a que la tienda que Ram tení­a controlada por internet no tení­a existencias de la cámara que querí­a.

[youtube vqdSUSCD7kM]

Y…¡Oh! Primera sorpresa: aquí­ casi nadie habla inglés. Así­ que nos disponemos con buen humor a hacer uso de nuestros brazos y manos, y esgrimir nuestras mejores artes gesticulatorias durante los próximos 16 dí­as.

20,30 p.m. Estamos agotados…En 20 horas hemos dormido un total de 60 minutos. Regresamos al hotel.

Japón. Regreso del país del Sol Naciente

Ya hemos regresado de nuestra épica epopeya, en la que hemos andado 16 dí­as con los ojos como platos, y la boca abierta en un permanente “¡Ooh…!”. Japón sorprende a cada paso que das, te hipnotiza y te envuelve, tanto en el caos de Tokyo como en la relajación de las colinas de Nara…

Primero, pedir disculpas por un par de motivos principales:

1º. Por no haber escrito nada durante el viaje. Las conexiones al final han estado más difí­ciles de lo que esta neófita en la red creí­a. Además, el iphone será maravilloso, el mejor invento del mundo, y todo lo que vosotros queráis, pero a la hora de escribir, o tienes el lapicito ese, o tus dedazos frustrantemente acaban siempre marcando la letra que no es…

2º. Por no haber escrito nada durante el viaje. Porque cuando pillábamos un mí­nimo de conexión, ¿a qué no adivinais quién no la soltaba ni aíºn prometiéndole la luna…? ;) Y en los ryokanes con acceso libre casi siempre estaba pillado.

Pero no importa, he tomado notas de todo a la antigua usanza: en mi cuaderno de viaje. Os iré dejando fotos, anécdotas, sensaciones, ví­deos…a modo de diario con retardo. Y por ir con retraso precisamente, empezaré por el final de mi diario:

“Me llevo muchas imágenes impresas en la memoria, y muchas sensaciones en la piel y en el gusto.

Hemos visto mil templos, subido montañas, montado en bicicleta, en barco, en tren y hasta en funicular. He bañado mis pies en el Pací­fico, nos hemos emocionado en el Teatro de Kabuki-za, aíºn sin entender una palabra. Hemos llorado de profunda tristeza en Hiroshima y de alegrí­a en Hakone.

Hemos saboreado mil platos, muchos de ellos aíºn sin identificar. Hemos comprado cientos de cosas, y hemos perdido otras para de golpe ganar una experiencia increí­ble (la cual ya relataré en su momento).

Nos hemos encontrado con el bullicio de Tokio, que llega a agobiarte, a hacer que te sientas solo y libre al mismo tiempo; y nos hemos topado con la paz de las calles de una nocturna Miyajima.

De los japoneses me quedo con la amabilidad de sus mayores, y con la sensación de libertad de sus jóvenes.

Me sorprende cómo duermen en cualquier parte, y me pregunto si su nivel de vida estresante no estará relacionado, ya que en otras ciudades “más tranquilas” no hemos visto este fenómeno tanto.

Me quedo también con la imagen de ancianos leyendo manga en el metro. Con la de las “lolitas” enseñando su piernas, pero nunca su escote. Me quedo con los íºltimos dí­as en Nara y Tokio, donde pudimos saborear despacio su mundo.

Descarto los vicios y errores de esta cultura, porque, como todas, es imperfecta, y no hemos venido a eso.

Nos llevamos la mente y el corazón un poquito más abiertos. Y dejamos el alma pendiente deseando volver.”

Tokyo desde el piso 52 de el Edificio Sumitomo

…y la soledad llegará con el iPhone…

Viernes, 11 de julio, 7.00 am. Como cada mañana me levanto legañosa, me ducho, me preparo un té y unas galletas mientras veo las cada vez “menos noticias” de la tele, y me dispongo a ir al curro. Pero esa mañana era diferente…de repente en mi cocina irrumpe un extraño ser, de apariencia exterior humana…sólo exterior…Sus ojos semejaban platos enormes, sus manos gesticulaban arriba y abajo, no cesaba de farfullar palabras ininteligibles en idioma totalmente incomprensible…¡Santo Benedetti! ¡¡¡Un friki se ha comido a mi novio!!!

13.00 p.m. Le llamo desde el trabajo para ver cómo se encuentra, y si ya ha conseguido su juguete. ¡Menuda ingenua debo ser! Pero es que no entra en mi cabeza de letras hacer 4 horas de cola para conseguir un simple teléfono. ¡Sí­, sí­! Lo repito: “Un simple teléfono”. En fin, que mi adorado friki me cuenta una historia rocambolesca acerca de dependientas ignorantes, adelantamientos indebidos en las colas, vigilantes de seguridad al acecho y tráfico de paquetes sospechosos de contener el tan preciado cacharro.

15.00 p.m. Por fin llego a casita tras una mañana horrible en el trabajo, (con discusión con una de mis amables usuarias incluida), buscando mimos y abrazos del hombre que amo…pero el friki seguí­a allí­. Como los invasores de cuerpos se habí­a apropiado de mi chico y parecí­a dispuesto a no dejarlo libre. Así­ que tuve que volver a escuchar la versión extendida de las 4 horas de cola, ver todas las noticias en la tele relacionadas con las “benditas horas de colas” que todos los frikis del mundo mundial habí­an hecho.
Pero bueno, despíºes de todo mi friki particular habí­a conseguido tener su iPhone, aunque aíºn debe esperar una semana para conseguirlo…

jueves, 17 julio. 15.00 horas. De nuevo en casa tras una mañana de trabajo, y en el despacho me encuentro con un pequeño paquetito negro. El iPhone ya ha llegado a casa. Glups! Mi primer puesto como objeto adorado de mi friki se tambalea…
Lo abro, nos observamos mutuamente, medimos nuestras fuerzas…Definitivamente he caí­do (al menos durante una temporada).
Mi adorado friki particular ha firmado un contrato de permanencia por 24 meses, y yo me pregunto…en pos de nuestra relación, si no serí­a mejor ponerla en standby y retomarla el 17 de julio de 2010…En fin, paciencia…

La aventura de preparar nuestro viaje a Japón (V)

Tras un pequeño malentendido con un mensajero con cerebro de boniato…¡Ya tenemos nuestros Japan Rail Pass! ¿Qué que es eso? Pues si vas a viajar al paí­s Nipón un pequeño tesoro.

Se trata de un billete de tren que por “poco dinero” te permite viajar por todo Japón. Únicamente se puede comprar desde el extranjero, ya que sólo es para turistas y para japoneses que vivan en otro paí­s.

Puedes elegirlo de 7, 14 o 21 dí­as. Nosotros hemos cogido el de 14 dí­as, a un precio de 275 €. Por ese dinero, durante dos semanas viajaremos en tren por todo Japón, además incluye algunos autobuses y el ferry que te lleva hasta la isla de Miyajima. ¡¡La ruta que hacemos nosotros, sacando la cuenta por separado sale por más del doble!! Para calcularlo y organizar la ruta, hemos utilizado una herramienta estupenda: hyperdia.

Para conseguirlo hay unas cuantas agencias en España que lo venden en Madrid y Barcelona. Tienes Viajes HIS, Kintetsu, y Jaltour. Nosotros hemos elegido la primera, que nos daba mejor precio, pero varí­a segíºn en ese momento esté el yen y cuando lo revisaron ellos, así­ que conviene comparar. Nos los han enviado por mensajero, y a los tres dí­as los tení­amos en casa (al dí­a siguiente si os toca un mensajero normal).

Los tickets que aquí­ compras no son los billetes reales, cuando llegas a Japón debes canjearlos en una de sus oficinas, que estan por todo el paí­s, y te entregan los billetes reales con los que circular. Si te lo montas bien, no necesitas ni coger metro en Tokyo: hay trenes japan rail que cruzan la ciudad. Desde que lo compras, tienes tres meses para activarlo, y comienza a contar desde el dí­a que lo canjeas en sus oficinas.

La aventura de preparar nuestro viaje a Japón (IV)

Nos quedan 45 dí­as escasos para embarcar. ¿Qué son 45 dí­as en una vida? Nada y todo. Como rezaba un mail de esos en cadena que recibí­ hace tiempo: si quieres conocer el valor de un mes, pregíºntale a una madre cuyo niño nace prematuro. Si quieres conocer el valor de un segundo, pregíºntale a un atleta…y si quieres conocer el valor de 45 dí­as, pregíºntale a un viajero que esté preparando su próxima aventura.

45 dí­as eternos para vivir 22 dí­as intensos, que, seguro, dará igual lo que suceda. Ya sean fascinantes, sorprendentes, incluso inolvidables; o  ya sean deprimentes u hasta aburridos…Sean lo que sean, dejarán una marca para el resto de nuestra vida a partir de ese momento.

Viajar es una de las mejores medicinas para la mente que existen. En Kyoto existe un templo en mitad de un parque hecho practicamente en su totalidad de oro, y catalogado como una de las más bellas vistas que se pueden contemplar en todo Japón. El hecho es que suele decepcionar a la gente, ya que El Pabellón Dorado es bastante pequeño. Los japoneses suelen reí­rse de la estrechez de mira de los turistas, ya que no hay nada más bello que pararse a contemplar el reflejo de El Pabellón Dorado en el agua en un dí­a soleado o bajo la luz de la luna redonda…

Y mientras nuestros dí­as pasan, entre oposiciones uno, y preparación logí­stica la otra. Estoy buscando información sobre el Japan Rail Pass, una especie de billete tipo interrail europeo, que por poco dinero te permite viajar en tren por todo Japón. El caso es que debe comprarse desde España, y canjearlo al llegar allí­. He mandado mails a varias agencias de Madrid y Barcelona que lo tienen, a ver quien nos da mejor precio.

Foto sacada de Kirainet.com, donde además habla de un evocador relato, el cual ensalza la belleza de los reflejos, frente a la realidad que nos rodea.

La aventura de preparar nuestro viaje a Japón (III)

¡Ya tenemos el itinerario! Nos ha costado bastante, es complicado decidir un paí­s entero en 15 dí­as. Lo hemos cambiado varias veces por problemas con los hoteles y destinos de íºltima hora, pero, por fin, este es:

Dí­as 1 al 4: Tokyo, dormimos en el Hotel Kitcho. Haremos alguna excursión a Nikko.

Dí­a 5: ¡Nos vamos a Miyamija, a dormir en nuestro super Ryokan Ryoso Kawaguchi!. Miyajima es una isla sagrada para los japoneses. (¿Qué es un Ryokan?)

Dí­a 6: Hiroshima. Dormimos en el Sansui Ryokan, y quizá podamos disfrutar una auténtica ceremonia del té japonesa.

Dí­as 7 al 10: Kyoto. Nos alojamos en Gojo Annex Guesthouse. Nos hartaremos de visitar templos y quizá vayamos un dí­a a Osaka.

Dí­as 11 y 12: Nara. Una pequeña ciudad que fue antigua capital del imperio japonés. Dormiremos en el Ryokan Seikanso (no tiene web, os enlazamos con Tripadvisor donde podéis ver crí­ticas y fotos)

Dí­a 13: ¡Monte Fuji! Aunque no creo que nuestra forma fí­sica nos permita escalarlo, jejeje. Nos alojaremos en el Fuji Hakone Guesthouse. Aquí­ disfrutaremos de un agradable baño japonés ¡con agua directa del manantial de la montaña!

Dí­as 14 y 15: Regresamos a Tokyo, haremos excursiones a Yokohama y las íºltimas compras en Akihabara. Cambiamos de hotel al Annex Katsutaro Guesthouse.

Dí­a 16: Regresamos a Milán, y el dí­a 17 regreso a casita!!!

Otorii que preside el Santuario de Itsukushima, Miyajima (foto sacada de Mi Moleskine arquitectónico)